Esta reforma fue diseñada pensando en Rosalinda, quien disfruta de recibir invitados y cocinar con dedicación. La cocina, originalmente separada del living-comedor, fue integrada mediante la demolición de una pared, permitiéndole relacionarse con sus invitados mientras cocina.

La estética se adaptó a los muebles existentes, que datan de los años 80/90, logrando una renovación armoniosa. Se utilizaron cerámicos en espina de pez, artefactos de iluminación con tulipas y detalles en bronce, y muebles de cocina en blanco y madera, creando un espacio cálido y elegante.

Además, se reemplazó la puerta que conecta al lavadero, incorporando un diseño con círculo de vidrio y sistema vaivén, aportando dinamismo y un estilo propio de espacios gastronómicos